Cambio de profesión
Después de 15 años de carrera, Mauricio Di Benedetto decidió colgar los botines y dedicarse de lleno a la kinesiología. Como no podía ser otra forma, Los Andes le abrió las puertas y se sumó al cuerpo médico. El Tano está de vuelta...

Por Leandro Saltamerenda (enviado especial)
Mucho tiempo pasó de aquella aparición de Mauricio Omar Di Benedetto en la Primera División de Tigre. Como a todo futbolista le tocó transitar un camino largo y de mucho sacrificio personal. Haber conseguido cuatro ascensos, uno de ellos con la camiseta del Milrayitas, y tener la posibilidad de jugar en la máxima categoría (Almagro) o en el exterior, en el Ecija Balompié, de la Segunda División de España, son algunos de los logros que relucen en su vida futbolística. Y el Tano, después de vestir la camiseta de Brown (Adrogué) en el último semestre, optó por ponerle punto final a una trayectoria de casi 15 años. Obviamente, le costó tomar la decisión, pero detrás de ello, tuvo una razón: empezar a incursionar en la kinesiología, una carrera universitaria que llevó adelante en sus épocas de jugador. Sí, es así, luego de que el kinesiólogo Gonzalo Noguera haya dejado el cargo por cuestiones personales, Di Benedetto se convirtió en otro integrante más del cuerpo médico de Los Andes. En esta nota, a unos metros del mar, el Tano repasa su historia y nos cuenta sus primeras sensaciones de esta nueva profesión.
Tano estás otra vez compartiendo una pretemporada con Los Andes, pero ahora desde una función diferente…
Sí, en otro rubro completamente distinto. Terminé de jugar el último semestre en Brown (Adrogué) y surgió esta posibilidad de sumarme al departamento médico de Los Andes. Fue duro, pero tuve que tomar la decisión de no jugar más y acá estoy, colaborando en kinesiología. Por eso, le quiero agradecer al club y al cuerpo médico por darme esta chance.
Me imagino que para un futbolista debe ser complicado tener que estudiar y ser profesional a la vez…
Y, hubo momentos que se hacía bastante difícil. Más que nada por el tiempo que dispones. Yo, por ejemplo, terminaba de entrenar, me iba a mi casa, comía, dormía la siesta y a la tarde-noche tenía que ir a la facultad. Realmente es complicado, pero yo creo que con voluntad y sacrificio se puede. Uno cuando quiere las cosas y tiene los objetivos claros trata de cumplirlos a rajatabla.
Debe haber sido difícil tomar la decisión de dejar el fútbol…
La verdad, hoy me cuesta saber que no soy más un jugador. Igualmente hace un mes que dejé de jugar, aunque es algo duro de digerir. Yo viví para el fútbol y fui casi 15 años profesional. Me levantaba y sabía que tenía que entrenar. Entonces, es un cambio muy grande y ahora recién te encontrás que hay que buscar otra salida.
¿Por qué pensaste que éste era el momento para cambiar?
No, se fue dando. Yo sabía que en algún instante iba a llegar y yo soy de los que piensa que las circunstancias de la vida te van guiando. Uno a veces puede tener la posibilidad de progresar, y yo creo que hoy por hoy fue la mejor decisión que tomé. Lo analicé, lo pensé mucho y la verdad es que no me arrepiento de haber elegido este camino.
La posibilidad de seguir vinculado al fútbol seguramente fue una de las razones que te llevaron a decidirte más fácilmente…
Seguro, esa es una de las partes que no me hizo dudar. Si hubiese optado por otra actividad, la historia tal vez era diferente. Yo soy de este ambiente y tener la posibilidad de seguir compartiendo un vestuario, una pretemporada, es como que me alivia un poco más el tema de no jugar más allá de que no entrenó y vivó para ello.
¿Es una casualidad que tus inicios en la kinesiología se den en este club?
Y, se dio así. Fue en el momento justo. No sé si tiene mucho que ver, pero para mí es importante seguir ligado a Los Andes. Se terminó una etapa y acá comienza otra. Esta es la vida misma.
De estos 15 años como profesional, ¿qué es lo primero que se te viene a la mente y querés resaltar?
Obviamente, siempre se habla de lo que queda, de los logros, de esos momentos que son imborrables y no se pagan con nada. Eso siempre va a estar en mi corazón. Pero tampoco me puedo olvidar del sacrificio que hace un jugador para llegar a jugar a Primera. Desde los 10 años que empezas en inferiores hasta debutar. La verdad hay que tener una constancia terrible, y va más allá de ser bueno o mal jugador. Esa perseverancia y poder mantenerse en el tiempo es algo muy difícil. Entonces, por eso tal vez se me vienen a la mente mis épocas de juveniles en Tigre, el debut en el equipo donde jugué toda mi infancia, después pasar a Almagro y poder cumplir el sueño de jugar en la máxima categoría. En sintesís es eso, parte de los objetivos que me tracé, los pude lograr y estoy satisfecho.
Fueron cuatro los logros importantes que conseguiste desde tu debut en Primera. Haberlo hecho con Los Andes y cuando estabas culminando tu carrera, ¿en qué lugar lo ubicás?
No, en el mismo que los otros. Porque uno fue en el principio, dos en el medio de mi carrera y el de Los Andes ya cuando me retiraba. Así que tiene el mismo valor que los demás y lo pongo a la misma altura.
¿Te quedó alguna cuenta pendiente?
Y, siempre quedan cosas en el tintero. Pero bueno, ya está, no hay vuelta atrás y tampoco se puede cambiar. Si vos te ponés a pensar, uno apunta a llegar al fútbol élite y muchas veces ese lugar está reservado para un grupo privilegiado. Entonces eso ya es anecdótico, podría haber pasado o no. Lo que pasó está ahí guardado y estoy muy contento por eso.
Vos recién hablabas de las inferiores, el sacrificio que hay que hacer para llegar a Primera. Ahora tenés la posibilidad de estar en un grupo donde hay muchos chicos, ¿sos de aconsejarlos, decirles algo?
Sí, tal cual. Tal vez la palabra no es consejo, pero uno siempre busca ayudar, trata transmitirles sus experiencias, lo que le tocó vivir. Igual, ahora que yo estoy de este lado, es como que me apartó de esa vorágine porque es todo exigencia, exigencia, y uno ve las cosas más frío. Es algo similar a lo que hace el cuerpo médico conmigo. Yo estoy atravesando una nueva etapa y ellos son los que primero que me dan una mano.
Y, en esta moda del jugador retirado que incursiona en la dirección técnica o el periodismo, ¿a vos no se cruzó por la cabeza algo así?
Realmente no. Muchos compañeros jóvenes han hecho el curso de técnico y ya están preparados para dirigir. Sin embargo, yo no lo tomé como una opción posible, aunque en el día de mañana uno nunca sabe. Cuando yo me aboqué a estudiar kinesiología, me propuse terminar la carrera y trabajar de esto.
Te llevo otra vez al fútbol, ¿cómo se ve desde afuera este presente de Los Andes después del descenso?
La verdad fue un golpe duro, porque a mi entender no se lo merecía. A pesar de que en este deporte no alcanza con merecimientos y son los resultados los que mandan, el equipo estaba muy bien y se había salvado del descenso directo una fecha antes de que haya terminado el torneo. Entonces nos sorprendió a todos. Pero bueno, el fútbol se renueva constantemente y de un día para el otro tenés que pensar en lo que viene. Acá no podés quedarte lamentando o pensar que si hacías un gol seguías en la categoría. O sucede lo mismo cuando conseguís ascender. Hay veces que en el medio de los festejos, los dirigentes tienen que arreglar los contratos y en una semana cerrar todo. Por eso, ahora hay que actuar, delinear la próxima temporada y otra vez buscar la posibilidad de lograr los objetivos. Esto es así, el fútbol es vivir a mil todo el tiempo. La carrera del futbolista, a diferencia de otros trabajos, es corta y no te da respiro. Tenés que estarle siempre atrás, si no te quedás a mitad de camino.